Cuaderno de campo
Mientras sigo intentado recuperarme del gripazo que me tiene en casa voy haciendo acopio del material de campo que desde hace tiempo estoy recogiendo. El móvil (con su cámara y su gps) y un metro es cuanto necesito y, la verdad es que no hecho nada de menos el llevar más equipo. Salir al campo ligero, sin demasiado peso y sin grandes objetivos en la cámara (ésos, solo para ocasiones especiales) hacen que las salidas se disfruten más.
Hace unos días y después de que se hubiera retirado parte de la nevada que cayó hace tres semanas, caminando por una pista forestal me llamó la atención de la cantidad de huellas de animales que pude encontrar en un punto muy concreto. El lugar, aparentemente, no tenía nada de particular, pero algo debe haber para que haya una actividad tan intensa de mamíferos.

Parece mentira que precisamente el tejón, el mustélido más grande de la península sea uno de los que menos se puedan ver y, resulta curioso, como en países como Reino Unido se acerquen hasta los jardines y los patios de las casas a comer de la comida de las mascotas. Algo que resulta impensable en nuestra geografía, con toda probabilidad debido a la presión a la que se ha visto sometido en tiempos pasados, en la que tenía consideración -como tantos otros- de alimaña y animal a combatir.
Como alimaña fue considerado el animal que dejaba este excremento unos metros más adelante. La garduña (Martes foina), aunque es carnívora, incluye en su dieta algunos vegetales y después de las ultimas nieves, no creo que estuviera para poder escoger menú, así que este excremento de color rojizo corresponde a una buena ración de escaramujos (Rosa canina) en el que se podían ver las semillas. Relación simbiótica entre la planta y el animal, una por la propagación y dispersión de semillas y otro por la ingesta de alimento.
No podía faltar la firma del cérvido más pequeño de nuestra fauna, el corzo (Capreolus capreolus). Como para todos, las últimas semanas han debido ser duras, aunque ya parece que van recuperando altura y abandonan los valles.
Tienen todavía los machos de los corzos la borra en sus nuevas cuernas aterciopeladas. Más adelante será el tiempo de descorrear, de deshacerse de ese tejido vivo que ha hecho crecer sus cuernas en tiempo récord y a una velocidad vertiginosa. De hecho, el otro día escuchaba que investigadores españoles estaban estudiando esas células y sus posibles aplicaciones en el campo de la medicina. Como siempre, la naturaleza va un paso por delante nosotros y, si somos capaces de entenderla y no arrasarla, son toda seguridad nos ayude a vivir mejor.
Por último una foto de una huella de lo que es sin duda un gran cánido a juzgar por la comparativa. Quizás tras lo pasos de los corzos, quizás recorriendo su territorio, pues aunque aún es algo pronto, en poco tiempo las parejas reproductoras comenzarán sus andanzas serranas guiadas por el ciclo de la vida.
Con la esperanza de verlos un año más, de que puedan coexistir de manera ordenada con la población serrana y la ganadería tradicional.
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